El evento, organizado por Grupo Vía, fue posible gracias al patrocinio de Tarkett y Grupo Puma, quienes presentaron sus soluciones e innovaciones de productos para el sector de la arquitectura. Los cerca de cuarenta profesionales que acudieron al Hotel María Cristina Luxury Collection -cumpliendo con las normativas de aforo reducido y distancia social debido a la situación actual - pudieron disfrutar del deseado retorno a lo presencial y conocer los últimos trabajos de estos ocho despachos de arquitectura, así como debatir junto a ellos en la parte final del evento.

La arquitecta Judith Ubarrechena, de G+U Estudio de Arquitectura, explicó cómo la arquitectura pasa hoy por intervenir en lo que ya existe y ejemplificó esta realidad con diferentes trabajos en caseríos en los que se ha recuperado y puesto en valor la arquitectura preexistente pero con un lenguaje moderno, luz, espacios abiertos y eficiencia energética, así como en el ámbito de la reforma integral de viviendas donde generar amplitud y espacios flexibles para contribuir a mejorar como vivimos pese a las dificultades de la normativa.

Desde beSTe, el arquitecto Ibon Salaberria habló sobre cómo su arquitectura reciente juega un papel entre la necesidad y el deseo, la incitación y el efecto playa. Así ha sucedido con la cafetería de Tabakalera, la vivienda Jajaus en Mundia, la reforma de una cubierta en Hernani o en el proyecto en el que se detuvo a explicar al detalle como es la reciente ampliación del edificio Dorleta en el Campus Eskoriatza de la Universidad de Mondragón. Este proyecto surge hace tres años de un trabajo de diagnóstico de necesidades y usos de los espacios de este Campus en el que implicando a sus futuros usuarios desde el inicio del proceso se establecieron seis ideas marco que generaron el proyecto final que suma una crujía al edificio histórico así como nuevos usos en la ampliación de planta baja con terraza ajardinada.

Por su parte, Borja Izaskun, socio junto a Cristina Burgos en Zebra Lab, compartió los diferentes trabajos que ha realizado el despacho en tres ámbitos: La escala urbana regenerando vías urbanas en desuso (como con la peatonalización y espacio de encuentro en la calle mayor de Legazpi) y apostando por completar el remanente de edificabilidad de las cubiertas (como con el proyecto de las oficinas AMC en Aisteasu), la mediana escala transformando edificios en desuso (como con la transformación de un caserío en Legazpi en apartamentos para turismo rural) y la pequeña escala insuflando nueva vida a los espacios interiores (como con el estudio taller de Iñigo Manterola en Zarauz o con la vivienda S Etxea).

El arquitecto Carlos Abadías, socio de Isuuru junto a Aitzpea Lazkano, repasó los tres lenguajes presentes en los trabajos realizados por el despacho en estos 18 años de trayectoria que van desde ofrecer una respuesta ordenada, sencilla y coherente a los programas, a tener en cuenta la orientación, escala, iluminación, proporción y sostenibilidad, así como incorporar algunas  ideas que surgen de la experimentación, viajes, libros y vivencias. En este último lenguaje, el de las ideas, Abadías reflexionó sobre algunas como son realidad (al intervenir en patrimonio valorar el objeto hasta conocer el proceso previo que lo ha transformado, como en la Plaza de Atarieder en Loyola o con el jardín botánico en Santa Catalina de Badaya), juego (el uso del color en diferentes trabajos, la inspiración de El Principito para solucionar los usos de la Torre de los Cuentos o el circuito de juegos suspendidos para mejorar el paso del vial de Carlos I), variaciones tipológicas (como en las viviendas pareadas en L de la Casa Mariposa) o sistemas constructivos (como con la fachada muro cortina de su proyecto en la casa de Cultura del Palacio de Aiete), entre otros. También anunció en su ponencia el reciente primer premio en un concurso para un centro cultural en Zamora que han realizado en colaboración con Francisco Javier Muñoz Blazquez

La arquitecta Marta Badiola, fundadora de Pura Arquitectura, centró su ponencia en la intervención realizada en una vivienda unifamiliar en Zumaia, en la que se ejemplifica la forma de trabajar del estudio donde se realiza un traje a medida que de respuesta a las necesidades y sueños del cliente -al que se implica desde el inicio-, con un presupuesto limitado y resolución ante la normativa. La vivienda de Zumaia renuncia por coste a la planta bajo cubierta, situando todo el programa en planta baja por motivos de accesibilidad del cliente pero generando un altillo elevado para las habitaciones infantiles y para las instalaciones, y situando en el sótano el txoco, salón y piscina. El proyecto está pensado de dentro a fuera con cubiertas por adición adaptadas a cada espacio y que evocan a las cumbres lejanas, y abriéndose al Sur a la vista con una fachada acristalada, con contención de materiales que generan su carácter abstracto.

Desde UR Estudio, el arquitecto Xavier Uranga mostró el trabajo realizado en dos proyectos residenciales en el cerro de San Bartolomé.  Por una parte, un edificio de 60 viviendas que resuelven el desnivel de esta parcela y que busca enfatizar su horizontalidad e intentar desvanecer los huecos de la fachada. Por otra parte, un edificio de 35 viviendas que se inserta al desmochar parte del muro de San Bartolomé y se diseña teniendo en cuenta los empujes del monte, así como la esquina preexistente del edificio de bomberos en frentes y apuesta por un sistema constructivo que recoge la idea artesanal de la mampostería del propio muro generando una fachada de piedra caliza que se irá mimetizando con su entorno con el paso del tiempo.

El arquitecto Juan Beldarrain, al frente de Estudio Beldarrain, desveló el proyecto de nueva planta de fabricación y oficinas de Zardoya Otis, que surge de un concurso restringido en 2016 condicionado por la voluntad de lograr un edificio certificado LEED Oro o Platino y que cumpla con los estándares de FM Global en materia de seguridad. El proyecto se diseña teniendo en cuenta el lugar, la eficiencia y el bienestar de los futuros usuarios tanto en fábrica como en oficina y para ello se realiza un exhaustivo trabajo de organización del programa, usos y circulaciones, así como de gestión del suelo para arañar un espacio ajardinado que abrace las oficinas conectadas y se apuesta por una cubierta dentada con paneles fotovoltaicos y lucernarios que inunden de luz natural los espacios. Asimismo el edificio juega con las piezas de la fachada ligera que permiten abrir el volumen otorgándole ambigüedad e incorpora guiños sutiles a la identidad corporativa de la empresa de elevación y al imaginario de la línea vertical.

Finalmente, el arquitecto Manu Atristain, de Manu Atristain Arquitectos, expuso tres trabajos vinculados al agua como protagonista: el centro de tecnificación deportiva de remo de Orio (en colaboración con Jon Begiristain se desarrolla un complejo cuya cubierta evoca con sus mástiles la señal de victoria en las competiciones así como la ondulación de las olas también desde el interior de ésta con un elemento continuo de listones de madera, mientras que la permeabilidad de la fachada acristalada permite visuales de Orio), el canal de aguas bravas de Orbeldi (un proyecto condicionado por la antigua presa, en el que se desarrolla un edificio que a modo de pastilla larga corrige el desnivel y se forra en madera generando un mirador y espacio de ensayo para bomberos) y la oficina de turismo de Donosti (en colaboración con Iñigo López se apuesta por la evocación de la idea del mar como eje conductor de este proyecto de interiorismo que generar un mostrador/ola a modo de límite con la zona pública y la inspiración de las olas del mar presente en el suelo también se transcribe a las luminarias).

En el debate final que cerró la jornada los participantes dialogaron sobre el impacto del covid19 en su actividad, proyectos en marcha y tipologías, nuevas demandas de los clientes, burocracia y normativa, flexibilidad y adaptabilidad de los espacios, y certificaciones sostenibles, entre otros temas.